Las Plazas de la Toná y Amanecer se localizan en el Polígono residencial San Pablo, construido en la segunda mitad del siglo XX en la periferia noreste de Sevilla. Con aspiraciones de innovación y espíritu experimental, este barrio de vivienda pública aspira a albergar un nuevo modelo social, siendo presentado a finales de los años 50 como tal en el I Congreso Nacional de Urbanismo en Barcelona.
Con 11,500 viviendas organizadas en cinco unidades de barrio, cada uno con sus propios equipamientos y espacios públicos, San Pablo es una ciudad dentro de la ciudad. Modelo en cuanto a proponer varios tipos de viviendas para buscar la diversidad social que es tan necesario para hacer ciudad; modelo también en cuanto a ofrecer al ciudadano calles y espacios de distinto carácter, yendo desde las vías de comunicación con la ciudad y llegando al ambiente íntimo de la pequeña plaza de barrio.
Nuevas casas, nuevo futuro para sus habitantes. La construcción de San Pablo se prolonga durante dos décadas, solventando el alojamiento a miles de familias que por entonces vivían en terribles condiciones. Proyecto social e innovador que fue malogrado desde el Ayuntamiento en los años sesenta.
Esa ciudad equipada y socialmente diversa es hoy en día punto conflictivo de la ciudad de Sevilla. Espacio estigma y segregado de la ciudad, sus habitantes sin embargo son comunidad; a pesar de la segregación y rechazo que sufren, sus habitantes reivindican la vida en su barrio. Parte de este arraigo tiene su origen en el criterio establecido para asignar las viviendas en los procesos de realojo de conservar las estructuras comunitarias ya consolidadas en la ciudad.
La herencia flamenca de los barrios de origen, como es el caso de los procedentes de Triana, se trasladaría con ellos a San Pablo: los cantes en los patios de los corrales de vecinos se adaptan a los espacios domésticos del bloque de viviendas, a sus galerías y plazas.
La Plaza Amanecer se localiza en el Barrio C, cuya construcción tardía en el tiempo se debe a su ocupación por viviendas provisionales para el realojo de los vecinos de Sevilla cuyas viviendas habían sufrido las terribles inundaciones provocadas por las subidas del Río Tamarguillo en 1961. Las llamadas casitas bajas construidas en unos meses, no fueron sustituidas hasta 1973 y esto explica que San Pablo no se terminara ya entrado los años setenta, y que en concreto este Barrio C ya respondiera a esquemas menos ambiciosos ya propios de la construcción de barrios de esta década. Las viviendas provisionales también ocuparían el espacio reservado para el centro del distrito completo de San Pablo, equipamiento fundamental que nunca se llegaría a construir.
Frente a los prejuicios extendidos que rodean su visita de incertidumbre y cautela, la experiencia directa del mismo encuentra ciudadanos/as orgullosos/as de su pertenencia al barrio, que se reconocen como parte de una comunidad vecinal. La plaza ha conseguido ser la extensión necesaria de la casa, pudiendo interpretarse como un espacio doméstico en sí mismo. Las galerías son el límite de la plaza, que se desarrollan en dos niveles teniendo en primera planta los accesos a las viviendas, espacio público que viene a sumarse a la plaza.
La Plaza Amanecer en concreto con sus galerías está tomada por los niños y niñas que, en contraste con la mayoría de los barrios, juegan sin la supervisión directa de sus mayores. Las rejas y vallas que limitan el acceso a sus distintos recintos no han impedido que se apropien de este espacio público. Su interpretación de la plaza y su aprendizaje de unas primeras nociones del flamenco son un juego más, integrando también a profesores y a familiares. La visibilidad de estas acciones creativas durante la Bienal de Flamenco ayuda a reducir los prejuicios sociales impresos en este barrio, presentando una comunidad reconocible, compacta y abierta a la ciudad.
La Plaza de la Toná es el centro neurálgico del Barrio A, que junto con el Barrio B fueron los primeros en construirse: la Plaza de la Toná sería escenario de la inauguración por parte del dictador Franco, que en Mayo del 1967 entregaba personalmente los títulos a sus adjudicatarios. Ya vivían en San Pablo en torno a 35,000 personas de las aproximadamente 50,000 para las que San Pablo fue proyectado.
El barrio integra distintos tipos de viviendas, localizando los edificios residenciales más altos en el límite con la ciudad para protegerlo del ruido, estableciendo luego una transición hacia el interior, hasta llegar al espacio propio del peatón, del habitante del barrio que recoge la Plaza de la Toná.
La avenida La Soleá la atraviesa, ofreciendo un ámbito intermedio con la ciudad y uniéndolo al Barrio B. La Plaza de la Toná aglutina los equipamientos propios de áreas comerciales organizadas en galería en torno a la plaza, el colegio y la iglesia de San Pablo. Todo ello resulta en un espacio público con ámbitos de diferente carácter y con gran vitalidad urbana.
El flamenco está muy presente en el barrio; por un lado, los palos del flamenco dan nombre a sus avenidas, calles y plazas, generando una toponimia urbana que vincula el paisaje cotidiano al flamenco. Por otro, la participación activa de sus habitantes es posible gracias a la presencia en la Plaza de la Toná de la Peña Flamenca Manuel Mairena, con tertulias, talleres y actuaciones que se extienden y apropian del espacio de la plaza.
El Polígono residencial de San Pablo, en la periferia este de Sevilla, surge a mediados del siglo XX para ofrecer viviendas a miles de habitantes que se encontraban en precarias condiciones de habitabilidad. En el contexto de promoción nacional de construcción masiva de vivienda social, San Pablo en concreto partió de objetivos ambiciosos, erigiéndose como un modelo social. Muchas de estas aspiraciones se abandonaron en el camino, desembocando en la segregación del barrio, que se nos muestra con altos grados de degradación en la actualidad.
Organizado en cinco barrios, cada uno integra los equipamientos necesarios, con espacios libres de diferente carácter: vemos aquí el barrio A, y la Plaza de La Toná como su centro. Este análisis interpreta sus fuertes lazos con el flamenco, ya sea por la toponimia de sus calles nombradas por palos flamencos; los rincones de la plaza y de las calles donde se interpreta y se siente; los recorridos de sus vecinos; y cómo el flamenco inunda el barrio a través de sus sonidos.
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